"[...] Buenos presagios lo escribieron dos personas que en aquel momento no eran nada conocidas excepto para aquellos que ya las conocían. Ni siquiera imaginaban que su obra fuera a venderse. Jamás pensaron que escribirían el libro más reparado del mundo. (Creednos: nos complace haber firmado un número pasmoso de ejemplares que se habían caído en la bañera; de un sospechoso tono amarronado; remendados con celo pegajoso y cuerda y, uno concretamente, reducido a un manojo de páginas sueltas en una bolsa de plástico. Por no hablar de aquel muchacho que trajo una caja de nogal hecha a medida con incrustaciones en plata y con su interior forrado de terciopelo negro, sobre el cual descansaba el ejemplar. Había unas de plata en la tapa. No hicimos preguntas). [...] Y luego están los lectores, benditos ellos. Habremos firmado cientos de miles de ejemplares. Los libros están tan manoseados que prácticamente se desintegran; si nos encontramos con uno nuevo e impecable es porque los otros cinco que tenía el lector se los robaron los amigos, los fulminó un rayo o se los comieron las termitas gigantes de Sumatra.El que avisa no es traidor."
Fragmento seleccionado del prefacio de Buenos Presagios, de Terry Pratchett y Neil Gaiman.
Tengo todo el mimo del mundo cuando se trata de preservar la integridad de mis libros pero, a mi ejemplar de Buenos Presagios que no tiene ni dos semanas, ya se le ha caído encima media botella de agua y mi padre ha tropezado con él un par de veces, no sé como es posible que todavía conserve las tapas.
Avisada estaba.